lunes, 10 de junio de 2019

Mar de Aral





A dos horas y media de vuelo desde Taskeht (Uzbekistán) se encuentra Nukus, capital de la república autónoma asociada de Karakalpakstán.  Fértil en otra época debido al Mar de Aral e inhóspita y desértica en la actualidad por la desaparición del mismo.




Ponemos rumbo al Mar de Aral (a lo que queda de él).  Por delante nos quedan 150km según el programa, pero en realidad son 220 y la carretera bastante irregular. Tres horas y media después llegamos a Muynak. Lo que fue una pesquer a ypróspera población hoy es una ciudad desolada y desértica por causa del desvió del cauce de los ríos que abastecían al Mar  para regar campos de algodón, han condenado al Aral a su práctica desaparición.
 
A pesar del abrasante calor, el hecho de llegar a la antigua orilla del mar, y ver la línea del horizonte convertida en un desierto,  es escalofriante.

Varados en en la arena e inertes, descansan varios barcos corroídos por el paso del tiempo y la desesperación. Barcos pesqueros que flotaron y pescaron en las aguas y llegaban a las costas cargados de anchoas para enlatar en la fábrica de conservas de Muynak, localidad costera y próspera gracias a las aguas del Aral, hoy decadente y abandonada que contempla desolada la extensión vacía de un inmenso secarral.


Junto a la tragedia de la desaparición del Mar, y sus trágicas consecuencias como son los cambios extremos de la temperatura, inviernos más extremadamente fríos e inviernos infernalmente cálidos, se une el ambiente contaminado por los pesticidas usados en las zonas colindantes para tratar las plagas de las plantas de algodón.
Por si no fuera suficiente, durante la guerra fría, la pequeña isla que emergía en mitad de las aguas aralas, fue utilizado por la antigua URSS como laboratorio científico de creación de armas biológicas. 
Todos estos factores, ha contribuido a hacer de Muynak un lugar sin vida ni esperanza, los casos de cáncer, asma y enfermedades respiratorias superan con mucho la tasa media.



     
La catástrofe está servida, y aunque actualmente hay en teoría varios proyectos para recuperar el esplendor del Aral, la realidad es más complicada. El clima se ha vuelto extremo, tanto en verano como en invierno. La sequedad del ambiente, entre otros factores,  ha aumentado el riesgo de enfermedades de tipo respiratorio, aunque esto no te lo cuentan en en el viaje. La zona ha experimentado una progresiva despoblación,  muchos de los habitantes han abandonaron sus hogares en busca de prosperidad en otros lugares.  

Aún sólo por ver de cerca las consecuencias de la estupidez humana, y aprender de los errores, merece la pena visitar la zona. El Mar de Aral, no te dejará indiferente